¡Oh, no quisiera oir hablar de la posteridad! Supuesto que quisiera hablar de ella, ¿quién divertiría entonces a los contempóraneos? Y diz que estos quieren y tienen derecho a que se les divierta. Que el presente de un buen chico no deja, a mi juicio, de tener su valor. Quien algo acierta a exponer con amenidad no se atrae, ciertamente, el enojo del pueblo; desea aquel un gran círculo para conmoverlo con más seguridad. Así, que sed honrados y portaos magistralmente; dejad hablar a la fantasía con todos sus coros, razón, intelecto, sentimiento y pasión; pero, ¡notadlo bien!, no sin sus ribetes de locura.
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