miércoles, 29 de diciembre de 2010

Historias del Ku Klux Klan: Palizas a negros contra la Depresión (*)

La efervescencia creada en USA tras la elección de Obama le ha dado al llamado Tea Party una fuerza notoria. Es una reacción de la más añeja sociedad yanqui, creemos, ante el peligro de avances sociales en  todo los Estados Unidos. Una alarma que cuando fue elegido vimos injustificada y que ahora se ha demostrado que teníamos razón. Releyendo una obra sobre el Ku Klux Klan nos ha venido la idea de que tal vez el Tea Party no sea mas una actualización de esa organición racista y reaccionaria. De hecho había un Klan que se llamaba, allá, por la década de 1920, 'Boston Tea Party'. Bueno, pues para recordar las hazañas de aquel Ku Klux Klan vean, por ejemplo, el siguiente caso entonces muy sonado:


El Klan no ofrecía ninguna solución ante la terrible situación económica creada por la Depresión. Sin embargo, dos cosas estaban claras para él. La primera, que nada podía hacerse mientras los extranjeros continuasen entrando en el país para quitar los trabajos a los norteamericanos. No solamente había que cerrar con fuerza las puertas a fin de contener aquella abalancha, es mas, incluso los que ya habían entrado, y no tenían raíces, tenían que ser expulsados. Esto llevaba consigo la marcha de todos los extranjeros, cuya cifra consideraba el Klan que se elevaba a tres millones y medio. En segundo lugar, los afiliados al Klan debían de tener un gran cuidado en no llevar a cabo acciones antipatrióticas. Era muy loable, por ejemplo, que la Klaverna de York, en Pensilvania, organizase dos enormes cenas a base carne y sopa de lentejas para las víctimas de la Depresión. Pero la acción directa entre los parados no contaba con la aprobación del Klan. El Gran Dragón de Ohio, James Colescott, hombre llamado a grandes destinos, envió enérgicas instrucciones a todos los miembros del Ku Klux Klan, ordenándoles que no participasen en 'actos ilegales', como, por ejemplo, manifestaciones de parados, ayudando en cambio a la Cruz Roja. Un jerarca de la Klaverna de Akron denunció en la revista nacional del Klan a los que participaron en una 'marcha del hambre' celebrada en la capital del Estado, calificándolos de 'negros, extranjeros, italianos, con la hez y escoria de los barrios bajos europeos'. 

Cuando los obreros textiles de la fábrica  Florence de Forest City, en Carolina del Norte, se declararon en huelga para pedir un aumento de sueldo de 15 dólares semanales, el Gran Dragón de aquel Estado, el doctor Amos Duncan, les pidió que volvieran al trabajo. A comienzos de aquella década (se refiere a los años treinta del siglo pasado), la Unión Nacional de Obreros Textiles se presentó en Greenville, población de Carolina del Sur que era un bastión del Klan. Cuando un consejo de parados, formado por representantes de las dos razas, empezó a organizar una serie de actos de protesta entre los obreros sin trabajo, fue evidente que la policía y el Klan tenían que intervenir. Considerando las tendencias izquierdistas de la Unión, las demandas que presentaban a favor de viviendas gratuitas, la abolición de las brigadas de trabajo, y un sueldo de paro de diez dólares semanales, eran relativamente moderadas. Pero, la existencia de una inquietud social, que provocó una manifestación de veteranos ante la resistencia de un director de banco opuesto al subsidio de paro, y que hacía caso omiso de la línea divisioria entre negros y blancos, requería que se hiciese algo. Por entonces una delegación de parados compareció ante el Ayuntamiento de West Greenville, y varios miembros del Klan, cubiertos con sus vestiduras y enmascarados, fueron testigos silenciosos de la entrevista con los concejales. Viendo que los parados no hicieron caso de la advertencia simbólica, cien miembros del Klan enmascarados también irrumpieron en un mitin que celebraron los obreros parados dos noches después golpeando a los negrso presentes junto con los blancos que salieron en su defensa. Según la prensa  local, la policía, que se abstuvo de intervenir, consideraba que de esta manera el Klan pararía los pies a las organizaciones 'comunistas' en Greenville. Y por si acaso no surtía efecto, la policía efectuó una razzia en el barrio negro de la ciudad, advirtiendo a sus habitantes que no fuesen a más mítines. Acto seguido, el Klan desfiló por las calles de la población, para dar más fuerza si cabe a la advertencia.
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(Historia tomada del libro de David M. Chalmers, 'Ku Klux Kaln, los americanos encapuchados 1865/1965')

(*) Título nuestro

viernes, 3 de diciembre de 2010

Mía Couto: Un hijo

Un hijo en el fondo es quien da a luz a la madre.

Mía Couto en 'Cronicando'

jueves, 27 de mayo de 2010

Omar Khayyam: Cabello o Cola (*)

(///)


Hace mucho desapareciste y rebrotaste en un rebaño de carneros.

Tu nombre, ramoneando por el campo, perdiose entre balidos.

Te han brotado, como de la nada, uñas para formar las pezuñas.

Y tus barbas han ida creciendo, aumentando, por el lado opuesto.

Los cabellos de antaño forman hogaño cola airosa de cuadrúpedo.

Para más inri observas que sigues meando, cagando y formicando.

¡Qué golpe tan brutal han dado a tu imagen y semejanza de Dios!

-
(*) Versión sacrílega de una rubayata de Omar Khayyam

(///)

lunes, 24 de mayo de 2010

Omar Khayyam: Vino y Verdad (*)

.

Se necesita que la aurora te encuentre siempre acariciando

la copa del divino vino clarete, rosado, de albillo o... peleón.

Dicen que el vino es ácido, que hace agrio al paladar... ¡Normal!

El vino cristalino no se ha prestado a convenciones e hipocresías.

El vino es así: la verdad dura, pura, que esplende a cada instante.


(*) Versión Libérrima

viernes, 21 de mayo de 2010

Omar Khayyam: Burbujas en el Mar (*)

.
Curioso, me preguntas, anhelando saber y mostrando un gran desparpajo,
cuál puede ser el valor real de esos dibujos esparcidos por todas partes, 
que llenan los ojos, el corazones, y el cerebro de una humanidad ingenua.
Si yo te quisiera decir, con detalles, lo que puede haber en eso de verdad, 
larga, larguísima, muy exhaustiva, casi interminable, seria esta explicación.
Lo diré en dos palabras: son simples burbujas en la superficie del mar inmenso,
donde surgieron un instante, y, así, de pronto, como vinieron desaparecieron.
Lo mismo le ocurrirá al poder del Capital que el tiempo barrerá de la tierra.

.
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(*) Versión libérrima, título nuestro

miércoles, 5 de mayo de 2010

Omar Khayyam: Desesperanza y Vino (*)

.

En una taberna pedí a un sabio anciano 
noticias fehacientes de los que se fueron:


-No volverán jamás. Es todo lo que sé. 
¡Bebe vino, amigo mío!, me respondió.


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(*) Título nuestro
(1) Versión Libérrima

lunes, 3 de mayo de 2010

El Turbión

.

Himno del EPL (*) de Colombia. Los citados Vasquez Rendón y Pedro León fueron dos máximos dirigentes del EPL y del Partido Comunista de Colombia (marxista-leninista) caídos en la lucha.

 El turbión que estremece a mi pueblo
oprimido y violado por ley
me coloca el fusil en la mano
y me llena de una nueva fe (bis)

Ni el cansancio ni el hambre ni el plomo
me podrán hacer detener
porque va mi esperanza adelante,
y hacia allá me conduce el deber (bis)

Soy soldado y combato en los campos
por la patria que he de liberar
pa que el más pobretón de Colombia
tenga tierra, derechos y pan (bis)

Soy soldado de los guerrilleros
que conquistan un mundo mejor
y prometo vencer en la guerra
contra el dolar y su dictador (bis)

Yo he venido de aquellos muchachos
que enterraron el yugo español.
De Galán tengo el odio a los amos,
el coraje de Vasquez Rendón
y el coraje de Pedro León.

Las mujeres del pueblo en Colombia,
con el fuego de su decisión,
participan también en la guerra
pa que triunfe la revolución (bis)

(Canción, traducción y texto aclaratorios tomados del libro 'Cantos de combate y vida'; páginas 29, 30; ediciones JOVEN GUARDIA, // ya desaparecida //; JCE (M-L); C/ Arenal nº 1, 4º 1-28013, Madrid; el año de edición no lo vemos; aunque en lápiz aparece 'Irun 1986'; ignoramos si esa será una fecha correcta, pero podría ser aproximada, el lugar ya se lee que es Madrid)

(*) EPL: siglas del Ejército Popular de Liberación, grupo guerrillero colombiano

jueves, 29 de abril de 2010

Fernando de Rojas: Ditirámbico elogio del Vino (*)

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Celestina:

"Asentaos vosotros, mis hijos, que harto lugar hay para todos, a Dios gracias; tanto nos diesen del paraiso, cuando allá vamos. Poneos en orden, cada uno cabe la suya; yo, que estoy sola, porné cabo mí este jarro y taza, que no es más mi vida de cuanto con ello hablo. Después que me fui haciendo vieja, no sé mejor oficio a la mesa, que escanciar. Porque quien la miel trata, siempre se le pega de ello. Pues de noche en inuierno no hay tal escalentador de cama. Que con dos jarrillos de éstos, que beba, cuando me quiero acostar, no siento frío en toda la noche. De esto aforro todos mis vestidos, cuando viene la navidad; esto me calienta la sangre; esto me sostiene continuo en un ser; esto me hace andar siempre alegre; esto me para fresca; de esto vea yo sobrado en casa, que nunca  temeré el mal año. Que un cortezón de pan ratonado me basta para tres días. Esto quita la tristeza del corazón, más que el oro ni el coral; ésto da esfuerzo al mozo y al viejo fuerza, pone color al descolorido, coraje al cobarde, al flojo diligencia, conforta los celebros, saca el frío del estómago, quita el hedor del anélito, hace impotentes los fríos, hace sufrir los afanes de las labranzas, a los cansados segadores hace sudar toda agua mala, sana el romadizo y las muelas, sostiénese sin heder en la mar, lo cual no haze el agua. Más propiedades te diría de ello, que todos tenéis cabellos. Así que no sé quien no se goze en mentarlo. No tiene sino una tacha, que lo bueno vale caro y lo malo hace daño. Así que con lo que sana el hígado enferma la bolsa. Pero todavía con mi fatiga busco lo mejor, para eso poco que bebo. Una sola docena de veces a cada comida. No me harán pasar de allí, salvo si no soy combidada como agora." 

Fernando de Rojas en 'La Celestina', noveno auto.
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(*) Título nuestro

martes, 30 de marzo de 2010

Estrofas de 'La Lora Proletaria' (*)

...
¿Pa que se dejan joder?
Si se juntan pa peliala
naiden los va a detener.
...

Y asina como el maicito
hay que echarle agua y abono
también a los que nos joden
hay que echarles palo y plomo
...

Que la lora al verse herida
le gritó al uniformao:
Siendo que vusté es del pueblo
¿por qué está del otro lao?
...

Deben de juntarse tuitos
obreros y campesinos
porque si quieren ser libres
pu'ahí es donde va el camino.

Con el proletario al frente
con el campesino al lao
con la guerrilla avanzando
y con el pueblo organizao.

(*) La Lora Proletaria es una canción revolucionaria colombiana

http://www.youtube.com/watch?v=nKT96M8Lz5M

miércoles, 10 de marzo de 2010

Cintio Vitier: Estamos

Estas
haciendo
cosas:
música,
chirimbolos de repuesto,
libros,
hospitales,
pan,
días llenos de propósitos,
flotas,
vida
con tan pocos materiales.

A veces
se diría
que no puedes llegar hasta mañana,
y de pronto
una pregunta y sí,
hay cine,
apagones,
lámparas que resucitan,
calle mojada por la maravilla,
ojo del alba,
Juan
y cielo de regreso.

Hay cielo hacia adelante.

Todo va saliendo más o menos
bien o mal, o peor,
pero se llena el hueco,
se salta,
sigues,
estás
haciendo
conmovedor en tu pobreza,
pueblo mío,
y hasta horribles carnavales, ya hasta
feas vidrieras, y hasta
luna.

Repiten los programas,
no hay perfumes
(adoro esa repetición , ese perfume):
no hay, no hay, pero resulta que
hay.

Estás, quiero decir,
estamos.
_________

Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año V. Número 15, diciembre de 1985.

Responsable: Julio Valle-Castillo

Consejo Editorial:
Carlos Calero (Monimbó); Juan Ramón Falcón (Condega); Marvin Ríos (Niquinohomo); Cony Pacheco (Subtiava); Gonzalo Martínez (Bluefields); Gerardo Gadea (Ejército Popular Sandinista)

jueves, 4 de marzo de 2010

José Mª Amigo Zamorano: El cepillo de dientes

1. El Atadijo

Era la primera vez que tomaba posesión de una escuela, después de haber aprobado las oposiciones brillantemente.

A pesar de haber preparado, concienzudamente, la maleta, se le había olvidado el cepillo de dientes. Había mirado y remirado entre las prendas que se apilaban encima de la cama; había hurgado en los bolsillos; y nada, no aparecía el cepillo.

Y este hecho, aparentemente anodino, le había producido un malestar del que no podía liberarse fácilmente a pesar de los esfuerzos que hacía; no era por el cepillo en si, que también, sino porque no encontraba explicación a su descuido.

Recordaba haber cogido el lápiz y escrito, uno por uno, todos los utensilios que necesitaba para vivir en ese pueblo; recordaba igualmente el cuaderno; lo recordaba porque había dudado entre comprarse uno nuevo o hacerlo en el que, desde que estudiara el bachillerato, siendo una joven pipiola, había destinado para volcar sus inquietudes; y que finalmente se decidió por esa especie de diario que guardaba, celosamente, y que, de vez en cuando, palpaba y hojeaba con cariño. Y es que allí recogió los sentimientos que le embargaron al morir su padre; y que mas natural sería que guardara recuerdos también de este acontecimiento -como los guardó de aquel- que, con el paso tiempo, iba a ser decisivo en su vida -qué duda cabe- hasta el momento en que, el Misericordioso Alá, la llamara a su seno como lo había hecho con su padre, que en gloria esté.

2. La Cuerda

¡Ah, su padre!: su muerte fue un golpe duro, terrible, para ella; cómo decirlo, como una losa gigantesca que se le vino encima; de repente se dio cuenta lo inerme que estaba ante la vida; esa vida que había pasado dulcemente, sin las mordidas que da a los más humildes, esos que ella había llamado pobres, con una mezcla de conmiseración y de desprecio...; y de repente ¡zas! comprende que ella se encontraba entre esa misma franja de la sociedad que tiene que ganarse el pan atada a un trabajo, a un sueldo, como el resto de pobres de la tierra.

Se rompió el paracaídas que era su padre y se encontró al raso. Debía de cuidar de ella misma de lo contrario nadie la iba a cuidar. Y el olvido del cepillo no era un buen augurio.

Su padre, militar de profesión, no era una persona rica; de manera que al morir, la paga que le quedó a su madre viuda, no llegaba, o llegaba a duras penas, para pasar el mes, por lo que, a ella, su madre, la envió con la abuela...; además su padre había sido un pilar básico para todos ellos; más que un pilar, todo un paracaídas como ya se ha dicho, que les protegía de cualquier adversidad; es mas, si algún contratiempo se abatía sobre la familia, no llegaba a ninguno de los hijos; o cuando se enteraban, si se enteraban, la tormenta ya había pasado.

Verdaderamente fue todo un sólido paracaídas.

Eso de paracaídas era una palabra que siempre utilizaba su padre que había servido en el arma de aviación; bien es verdad que en servicios auxiliares y jamás había subido a un avión y menos, claro está, se había lanzado en paracaídas; pero le parecía muy apropiado usar esa palabra para hacer ciertas comparaciones y, a decir verdad, que en este caso le venía como anillo al dedo; su padre fue, para ellos, un pilar y un paracaídas y su muerte se dejó notar en la casa que, a partir de entonces, ya no fue la misma.

Y no fue porque la madre, débil de carácter, no supo seguir con la disciplina que el padre había implantado, quizá como un reflejo de la milicia; los hermanos se rebelaban a menudo; y la madre no sabía, no podía o no quería enfrentarse a ellos y los dejaba a su libre albedrío; mas de una vez, ella, había tenido que llamarles la atención; a pesar de no convivir con sus hermanos, sino, como ya se ha dicho, en casa de la abuela, le sublevaban la indisciplina y falta de respeto a su madre.

--¡Si padre viviera!, exclamaba.

Tenía verdadera fijación por el difunto padre; ya en vida la había tenido igualmente; y todos los valores del progenitor se habían vuelto a reencarnar en ella.

Por eso, el olvido del cepillo de dientes, le había afectado tanto; a su modo de ver era un ultraje a la memoria de su padre que, acostumbrado al trabajo de los servicios auxiliares, le había inculcado la meticulosidad en todas sus tareas, la labor bien hecha y sin un fallo, según él la entendía; el secreto está en la organización rutinaria, solía decir; y se enfadaba si ella dejaba algo a la improvisación.

Por ello había organizado su marcha, casi militarmente; entendida la milicia igual que su padre; de manera que ese fallo absurdo le había desequilibrado; sabía que había otras cosas de mayor entidad que el cepillo de dientes; pero, sin ser vital, resultaba imprescindible para prevenir un montón de enfermedades que comenzaban en la boca; su padre, sin duda, habría censurado su imprevisión; imprevisión no era la palabra exacta, ya que figuraba en la lista del cuaderno, como se ha apuntado, sino atolondramiento; se había dejado llevar por la emoción de ser libre por primera vez; por la emoción de ganar su primer sueldo.

Decididamente, no se lo iba a perdonar mientras viviera.

3. El Ahorcamiento

Miró un momento la habitación, por ver si en algún rincón de la misma lo había dejado abandonado; la señora de la casa, donde había encontrado alojamiento, mirando al esposo, se había apresurado a ofrecerle el cepillo de su hijo.

--"No se preocupe, señorita, cuando venga mi hijo del campo le dejará el suyo".

No supo contestarle con una negativa rotunda; es mas, no supo qué contestarle; y para ella, tan generoso ofrecimiento, era una amenaza de muerte.

Amenaza que se haría realidad en cuanto viniera el hijo de arar con las mulas, ¡El Altísimo lo remedie!; lo terrible es que no tendría escapatoria, ni paracaídas con que cubrirse, ¡Oh, Jehová, el de Suprema Bondad!, puesto que el lavabo común, no había otro, estaba en la cocina; una cocina amplia que tenía, en su frente, un hogar con chimenea y, a ambos lados, dos escaños; uno de ellos servía para poner las comidas del día; ahora no recordaba si a la derecha o a la izquierda estaba el fregadero; pero, al lado, había un lavabo con palancana o jofaina; allí tendría que lavarse los dientes, ¡El Señor del Universo no lo quiera!, a la vista de toda la familia, con el cepillo del hijo; solo de pensarlo le daban mareos; el techo se le vino encima y se tuvo que agarrar al respaldo de la silla, ¡Dios le perdone sus pecados!...

Había cenado sin ganas, siempre pensando en el cepillo de dientes del hijo de la señora; su corazón le había latido con bastantes pulsaciones; el hijo, para más inri, era tonto perdido; tenía la boca oscura cual noche de lobos, y dientes igualmente oscuros, amarillentos y carcomidos, como madera podrida; se lo había presentado el marido de la señora, poco antes de la cena.

--"Si, si, maestra, maestra", "buena, buena", -le había dicho él, pasándole su enorme manaza por la espalda.

Un estremecimiento de asco le corrió de arriba a abajo; estremecimiento del que ya se estaba recuperando al comprobar, como comprobaba, el paso del tiempo hablando de mil cosas insulsas y vanales, sin que recordaran u ofreciesen el dichoso cepillo de dientes. ¡Alabado sea Yavé!.

Se levantó para irse a la cama.

Estaba muy cansada del viaje y las emociones. No aguantaba mas.

--"Hasta mañana, si dios quiere; y que ustedes descansen", dijo despidiendo a los dos comensales.

--"Buenas noches, señora", añadió a la que estaba fregando.

La aludida se limpió las manos con la rodilla. Se dio la vuelta y, con la sonrisa en los labios, pronunció obsequiosamente:

--Tome, señorita.

Y le alargó el cepillo de dientes de su hijo.

La maestra de escuela, desbocado el corazón por mil latidos, emitió un sonido gutural, puso amarillenta su cara, cayendo al suelo, fulminada, todo lo larga que era.

El tonto, asustado por los gritos de su madre, con lagrimones en los ojos, repetía:

--"Maestra buena, buena".

Y se la quedó mirando con su oscura, podrida y desvencijada boca.

jueves, 25 de febrero de 2010

Rolando López del Amo (*): Para cambiar la vida

Para cambiar la vida se comienza
por conocer a dónde va la vida.
Después, calladamente, íntimamente,
se decide tomar sobre si propio
todo el dolor disperso por el mundo.
Entonces se echa a andar entre los pobres
a reunir la fuerza en la palabra
hasta que se haga pólvora y estalle.
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(*) Poeta cubano; ver http://www.cubaliteraria.com/autor/ficha.php?Id=688

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Poesía Libre. Revista de Poesía. Ministerio de Cultura, Managua (Nicaragua) Año V. Número 15, diciembre de 1985.

Responsable: Julio Valle-Castillo

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miércoles, 27 de enero de 2010

Jacques Viau: Nada dura tanto como el llanto

(homenaje, recuerdo y reconocimiento al martirizado pueblo haitiano que nos legó su rebeldía contra los esclavizadores y triunfó, en uno de sus hijos, el poeta Jacques Viau)

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Hemos ido acumulando corazones en nuestro corazón,
palabras en nuestra voz quebrantada por azadones.
Hemos dejado huellas por todos los caminos
y algunos de nosotros ya no estamos.
Hemos ido de manos con las sombras.
Nuestro andar es un grito estacionado.
Por cada paso, un día que transcurre.
Por cada palabras, mil palabras que vocifera la prole.
¿Qué será de nosotros después de esta larga travesía?
Poco importan si el mármol o la piedra eternizan
nuestro corazón de húmedo barro.
Nos basta con que nuestra voz perdure en la voz
del amigo, en la del compañero de rutas que nos tendió
la mano cuando se aproximaba la caída.
Hemos llenado muchos de los vacíos que nos legaran.
A otros toca llenar los que nosotros dejamos.
Apenas tuvimos tiempo para remendar la herencia.
¿A qué corazón irá nuestro corazón a depositarse?
¿A qué silbido irá nuestro silbo a renovarse?
Nada sabemos,
cumplimos una jornada que empezó antes que nosotros
y que no concluirá con nosotros.



Nada dura tanto como el llanto (18 poemas) escrito en español. Jacques Viau nació en Puerto Príncipe en 1942. Perteneció a una familia de perseguidos políticos, que se refugiaron en Santo Domingo. Fue abatido durante las insurrecciones de 1965 cuando aún no había cumplido sus 23 años. El poeta haitiano René Depestre destacó "la alta facultad de radiación de su palabra".