Víctor García Hoz: ‘Un buen libro, un buen amigo’
Todos tenemos algunos buenos amigos… Antiguos compañeros de colegio, conocidos ocasionalmente en alguna reunión y que después siguieron tratándose, coincidentes en la misma afición o deporte… Son amigos nuestros y, por nuestra parte, somos amigos de ellos. La mistad es cosa de personas. Pero también hablamos de amistad refiriéndola a objetos y seres que nos rodean sin ser hombres como nosotros. Así, decimos de Pedro que es amigo del campo, de Juan que es amigo de los perros o de Lolita que es amiga de colores chillones en los vestidos… Y alguna vez se oye decir que alguien es ‘amigo de los libros’.
¿Qué tiene los libros para que despierten en nosotros ese sentimiento de amistad?
Parémonos a pensar.
Por lo pronto un amigo es alguien en quien confiamos. Estamos seguros de en cualquier momento se halla dispuesto a estar con nosotros y a nuestra disposición para ayudarnos en lo que él pueda.
La compañía del amigo nos agrada; nos sentimos a gusto con él; nos satisface su trato.
La confianza en el amigo y la satisfacción en su trato son cosas en verdad importantes. Pero hay algo con mayor importancia: un buen amigo nos hace buenas personas. Porque también se puede hablar de buenos y malos amigos.
De un libro se puede pensar y decir lo mismo que se piensa y se dice de los amigos: tenemos confianza para tomarle o dejarle, sabiendo que no se va a enfadar; está a nuestra disposición en cualquier momento; lo podemos usar mucho tiempo seguido o en un rato corto; de día o de noche.
Estamos a gusto cuando tranquilamente leemos un libro; nos entretiene, a veces nos divierte y otras veces nos hace pensar; adquirimos conocimiento de la realidad y excita nuestra fantasía.
Igualmente, lo más importante de un libro es que nos ayuda a ser mejores. También se puede hablar de libros buenos y de libros malos, aunque tal vez se ajuste más a la realidad hablar de aspectos positivos o negativos en un mismo libro, como en la vida particular de cada hombre y cada pueblo.
Los libros nos hacen mejores cuando aumentan nuestros conocimientos con la descripción de lugares o cosas desconocidas o con el relato de acontecimientos que no hemos presenciado, cuando nos hacen pensar sobre las personas y las cosas que tenemos a nuestro alrededor, cuando nos impulsan a hacer bien lo que tenemos que hacer, cuando nos descubren la alegría de rechazar nuestro egoísmo y pensar en los demás. Y todas estas ayudas para nuestra mejora personal las realizan los libros sin ponernos mala cara, sin apabullarnos ni reñirnos, pasándolo bien en su compañía, con la sola condición de una lectura atenta.
Vale la pena no olvidarse de que se disfruta verdaderamente con los libros cuanto con más atención se lean. Una lectura distraída pronto aburre. Cuando se coge un buen libro, en él se encuentran multitud de cosas diferentes que atraen la atención.
Por poner un ejemplo, de entre una relación de libros que gustan mucho a gente joven –y a mayores- he tomado uno que lleva por título El poder de las estrellas, escrito por Javier Requero. En él se mezcla la realidad y la ficción. El Emperador de Antares, una estrella donde el desarrollo de la inteligencia es perfecto, hasta el extremo de anular los sentimientos humanos, llega a la tierra y encuentra en ella el amor y la amistad. Ha trasmitido a su hijo Toni sus extraordinarios poderes. Cuando Toni se va haciendo hombre descubre su condición de señor absoluto de una estrella donde la vida es perfecta y sin conflictos. Los habitantes de Antares le piden que abandone la Tierra y vuelva a su estrella para ejercer el poder que le corresponde. ¿Qué hará?
Todo el libro gira en torno a la lucha entre el afán de poder, el deseo de independencia y la ambición de triunfo, por un lado, y la familia, las alegrías y dolores compartidos, y la amistad por otro. Es la vida misma, con sus gozos, sus dolores, sus dificultades, sus aspiraciones.
Un buen libro no es una colección de páginas pesadas y aburridas, que nada tiene que ver con la vida. En él siempre hay un modo de ver la existencia humana, que nos ayuda, poco a poco, a despertar y encuazar nuestra imaginación, a humanizar nuestros gustos y aficiones, a reforzar nuestra inteligencia en la reflexión sosegada. La lectura es un camino, bueno y entretenido, para aprender a vivir.
Víctor García Hoz, pedagogo, autor de numerosos libros de su especialidad. Últimamente ha escrito: ‘Diccionario escolar etimológico’, ‘Fuertes en la Edad Avanzada’, ‘Alegría en la Tercera Edad’ y la ‘Educación del estudiante en la familia’.
TOMADO DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, NÚMERO 0-1, DEL AÑO DE 1992. SIN PAGINAR. APARECIENDO DEBAJO DE LA PÁGINA UN VERSO, FRASE O PROVERBIO. EN ESTE CASO:
Todos tenemos algunos buenos amigos… Antiguos compañeros de colegio, conocidos ocasionalmente en alguna reunión y que después siguieron tratándose, coincidentes en la misma afición o deporte… Son amigos nuestros y, por nuestra parte, somos amigos de ellos. La mistad es cosa de personas. Pero también hablamos de amistad refiriéndola a objetos y seres que nos rodean sin ser hombres como nosotros. Así, decimos de Pedro que es amigo del campo, de Juan que es amigo de los perros o de Lolita que es amiga de colores chillones en los vestidos… Y alguna vez se oye decir que alguien es ‘amigo de los libros’.
¿Qué tiene los libros para que despierten en nosotros ese sentimiento de amistad?
Parémonos a pensar.
Por lo pronto un amigo es alguien en quien confiamos. Estamos seguros de en cualquier momento se halla dispuesto a estar con nosotros y a nuestra disposición para ayudarnos en lo que él pueda.
La compañía del amigo nos agrada; nos sentimos a gusto con él; nos satisface su trato.
La confianza en el amigo y la satisfacción en su trato son cosas en verdad importantes. Pero hay algo con mayor importancia: un buen amigo nos hace buenas personas. Porque también se puede hablar de buenos y malos amigos.
De un libro se puede pensar y decir lo mismo que se piensa y se dice de los amigos: tenemos confianza para tomarle o dejarle, sabiendo que no se va a enfadar; está a nuestra disposición en cualquier momento; lo podemos usar mucho tiempo seguido o en un rato corto; de día o de noche.
Estamos a gusto cuando tranquilamente leemos un libro; nos entretiene, a veces nos divierte y otras veces nos hace pensar; adquirimos conocimiento de la realidad y excita nuestra fantasía.
Igualmente, lo más importante de un libro es que nos ayuda a ser mejores. También se puede hablar de libros buenos y de libros malos, aunque tal vez se ajuste más a la realidad hablar de aspectos positivos o negativos en un mismo libro, como en la vida particular de cada hombre y cada pueblo.
Los libros nos hacen mejores cuando aumentan nuestros conocimientos con la descripción de lugares o cosas desconocidas o con el relato de acontecimientos que no hemos presenciado, cuando nos hacen pensar sobre las personas y las cosas que tenemos a nuestro alrededor, cuando nos impulsan a hacer bien lo que tenemos que hacer, cuando nos descubren la alegría de rechazar nuestro egoísmo y pensar en los demás. Y todas estas ayudas para nuestra mejora personal las realizan los libros sin ponernos mala cara, sin apabullarnos ni reñirnos, pasándolo bien en su compañía, con la sola condición de una lectura atenta.
Vale la pena no olvidarse de que se disfruta verdaderamente con los libros cuanto con más atención se lean. Una lectura distraída pronto aburre. Cuando se coge un buen libro, en él se encuentran multitud de cosas diferentes que atraen la atención.
Por poner un ejemplo, de entre una relación de libros que gustan mucho a gente joven –y a mayores- he tomado uno que lleva por título El poder de las estrellas, escrito por Javier Requero. En él se mezcla la realidad y la ficción. El Emperador de Antares, una estrella donde el desarrollo de la inteligencia es perfecto, hasta el extremo de anular los sentimientos humanos, llega a la tierra y encuentra en ella el amor y la amistad. Ha trasmitido a su hijo Toni sus extraordinarios poderes. Cuando Toni se va haciendo hombre descubre su condición de señor absoluto de una estrella donde la vida es perfecta y sin conflictos. Los habitantes de Antares le piden que abandone la Tierra y vuelva a su estrella para ejercer el poder que le corresponde. ¿Qué hará?
Todo el libro gira en torno a la lucha entre el afán de poder, el deseo de independencia y la ambición de triunfo, por un lado, y la familia, las alegrías y dolores compartidos, y la amistad por otro. Es la vida misma, con sus gozos, sus dolores, sus dificultades, sus aspiraciones.
Un buen libro no es una colección de páginas pesadas y aburridas, que nada tiene que ver con la vida. En él siempre hay un modo de ver la existencia humana, que nos ayuda, poco a poco, a despertar y encuazar nuestra imaginación, a humanizar nuestros gustos y aficiones, a reforzar nuestra inteligencia en la reflexión sosegada. La lectura es un camino, bueno y entretenido, para aprender a vivir.
Víctor García Hoz, pedagogo, autor de numerosos libros de su especialidad. Últimamente ha escrito: ‘Diccionario escolar etimológico’, ‘Fuertes en la Edad Avanzada’, ‘Alegría en la Tercera Edad’ y la ‘Educación del estudiante en la familia’.
TOMADO DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, NÚMERO 0-1, DEL AÑO DE 1992. SIN PAGINAR. APARECIENDO DEBAJO DE LA PÁGINA UN VERSO, FRASE O PROVERBIO. EN ESTE CASO:
‘LOS QUE ESTÁN MUERTOS NUNCA PARTIERON’
Diop
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