A la revista 'Caminar Conociendo', nº 0/1, se le han ido agregando escritos. Si desea ojear el número de ella retroceda hasta encontrar el índice, el staf o los titulares de la misma.
miércoles, 19 de diciembre de 2007
Corridos a Emiliano Zapata
por dar tierra y libertad.
A la orilla de un camino
había una blanca azucena:
a la tumba de Zapata
la llevé como una ofrenda.
...
Jilguerito mañanero
de las cumbres soberano
¡Mira en que forma tan triste
ultimaron a Emiliano!
lunes, 10 de diciembre de 2007
José Mª Amigo Zamorano: 'Sobre los amores de Urbano Blanco Cea'
martes, 6 de noviembre de 2007
Charles Ngandé: 'Ecos africanos'
*
Vientres vacío
Ojos de cangrejos
Trampas de elefantes
Niños bastardos
Carros prohibidos
Colgados de Angola
Kolás amargas
Mares de sangre...
Cantos de aurora
Oro de mañanas
Manos de niños
Fértiles vientos
Ciudades llenas
Llanos de abundancia
Danza de libélulas
En el oasis imantado de nuestro largo sendero.
(Traducción de Rogelio Martínez Furé)
martes, 16 de octubre de 2007
Hadriana en todos mis sueños, de René Depestre
Comentario de la revista LEER
Nº 30- abril de 1990
martes, 21 de agosto de 2007
Nordin Tidafi: 'Sol de mi Tierra'
(1) Lago salado de África del Norte
domingo, 12 de agosto de 2007
José Mª Amigo Zamorano: ¡Envidia cochina!
Ya antes de comenzar la cuesta, la vio en su cama o en su casa o en su nido, que todo viene a ser lo mismo donde uno descansa.
Salió, como digo, a dar una vuelta por el pueblo; a ver, cómo, la vida corría sin necesidad de su concurso; a comprobar, una vez más, que el fluir de la existencia sigue, imparable, sin importarle qué garbanzo o pimiento, u otro semilla cualquiera, entre en la cocedura.
Con esta amarga conciencia, de realismo extremo, caminaba calle arriba oyendo el rodar y rozar de coches sobre el asfalto mojado. Con el calor que hacía, seguro que el dicho asfalto se embriababa de de contento ante el doble despilfarro de agua. Doble, porque, por una parte, el agua venía saltando tapias de jardines privados y, por otra, procedía del desbordamiento de setos, por donde pasaba la tubería de goma, del riego por goteo, ¡qué risa!; agua que venía incrementado su caudal despilfarrador, calle abajo, desde los alcorques de los árboles.
Árboles y plantas, adornaban de manera irregular todo lo largo de la calle. Decimos irregular, si, pues, puestos, como lo fueron, hace años, no habían sido cuidados con el debido esmero y, claro, algunos se habían secado, quedando de planta a planta, claros o calvos demasiado evidentes, lo que hacía de esta irregularidad, para qué negarlo, un verdadero adefesio.
Pero bueno, irregular o no, las fincas, con sus casonas a ambos lados de la carretera, lo agradecían. O, por lo menos, seguro que su precio se había incrementado un poco más. A los dueños les importaría un bledo, unas plantas mas o menos; ya, de por sí, sus jardines estaban de flora a rebosar. Por cierto, bien protegidos por muros de considerable altura. Así impedían que su intimidad fuera violada por miradas impertinentes. De modo que, los setos y árboles callejeros, ni los veían.
Había salido a pasear.
Dicen los higienistas que es muy bueno para la salud…
Y él decía, porque tenía su opinión al respecto, que, igualmente bueno para la salud… ¿igualmente bueno?... ¡no!, ¡mucho más!, era tumbarse en una hamaca bajo el palmeral rumoroso de playas caribeñas; por ejemplo: las de Cuba; o tirado en arena suave y blanquísima de un paraíso tropical cualquiera (para qué discriminar a nadie) con olas de movimiento blandengue, cansado, mecidas por brisas con aromas de jazmines (u otros aromas cualesquiera, buena gana de relegar a unos por otros) y el agua, claro, casi, en calma chicha…
-"Lo cierto es que, bueno, sí... -asentía con la cabeza- reconozco la bondad del pasear, sin necesidad de que higienistas u otros ‘istas’ lo digan; pero siempre en unas determinadas condiciones… Porque, pienso yo -se decía- el solo pasear, sin más ni más, no vale… Porque, vamos a ver, ¿alguno ha tenido en cuenta el efecto malsano que puede tener el cabreo que produce, en el caminante, como yo, la cara insultante de las mansiones citadas, exhibiendo, obscenas, su riqueza?…"
No. No lo han tenido en cuenta.
-"Son científicos de andar por casa, de tres al cuarto, de pacotilla, ¡oh!... me callo porque sino… la lío".
-"Pero… -y se paraba- no, no, yo lo voy a decir… Voy a decir lo que hago frente a esas putas casas: aprieto los puños, arrugo el ceño y sigo adelante, ya de mala leche todo el camino. Y porque no me queda otro remedio... Aunque bien quisiera asaltarlas, nacionalizarlas, municipalizarlas, comunizarlas… Pero sigo el paseo como un gilipollas... Y eso que estoy convencido de que estaría mejor junto a una piscina echado a la bartola. O zambulléndome en el agua sin que nadie pudiera atisbar ni un pelo, de mi poblada piel de mono hecho hombre. ¡Ah, qué gozo, qué placer sería tirarme en la yerba todo lo largo que soy… ser acariciado por el aire y por el suave y húmedo césped…!".
Como esa que veía ahí arriba. Y que la había atisbado nada más emprender el camino calle arriba. En esa especie de rascacielos verde. Enorme. Altísimo. Exhibiendo su veraneo en la cúspide. En la cima. En lo más alto. Y en medio de la finca. De esa mansión...
-"Para envidia de los que vamos a ras de suelo, como gusanos" -pensó.
La miró fijamente: allí estaba con su colorido binario: como una gran dama: de blanco y negro: en actitud lánguida: desmayada: desmadejada: suelta: toda tumbada, como a él le hubiera gustado hallarse, en lugar de pasear respirando el humo, la mierda que despiden, por los tubos de escape... a veces, casi a chorros negros y otras, en suaves humaredas de un gris blanquecino, esos automóviles que pasan continuamente.
Respirando muerte lenta, pero muerte.
Y además, para mas inri, nos contemplan, desde los ventanales de sus palacetes, (porque algunos lo eran), ricachones que, a esas horas, levantan los culos de sus camas o poltronas. O incluso permanecen en ellas riéndose de los que, como él, observan con envidia, con ansia, no sólo porque quisieran poseer la casa, sino poseer y yacer con su matrona y, si fuera posible, en el propio tálamo.
-"Pero no tenemos otra alternativa -se dice para si- que seguir zambulléndonos en el aire viciado, ya que no podemos hacerlo en la propia piscina, por el humo de los coches. Muchos conducidos por hijos, sobrinos o nietos de esos mismos gandules que, sin haber dado un palo al agua, tienen todo el agua que quieren, piscinas enteras… ¡hostias!"
Se paró en mitad de la cuesta. Miró hacia atrás. La volvió a ver. En el abeto alto como un rascacielos. El negro de su vestimenta se disimula un poco con el verde oscuro del rascacielos, pero el blanco, ¡ah el blanco!, cae, alargándose, hacia un lado. Como si quisiera escurrirse. Una demostración palpable…
-"¡Alto ahí!... -exclama para sus adentros- Más que palpable, que más quisiera yo, visible... de cómo se deja acariciar por el viento de la altura. De esa altura donde goza del verano, sin importarle lo más mínimo lo que puedan murmurar, -para murmurar ya lo hace ella-, los mirones: como yo, que la contemplo alelado."
Su equilibrio sobre el abismo da hasta miedo; y envidia y rencor... por no poder estar donde ella se encuentra: en posesión del dominio placentero de los sentidos; así, en plural...
No se puede aguantar más. Siente la irresistible atracción de ella. Coge los prismáticos. Como un viejo verde. Como un voyerista. Es un placer que se puede permitir. Este sí. Un instrumento, además, que le hace volar de nido en nido, de ventana en ventana... Ahora lo ve todo perfectamente. No es lo que pensaba. Ni por asomo.
¡Pobre! La cigüeña está muerta en lo que parece un abeto centenario. Altísimo. Como rascacielos. Su cuello y su pico caen de un lado, nido abajo. Eso es lo que semejaba una postura desmayada, desmadejada, tumbada…
-"Los del chalé, por lo que se ve, se han cansado de oír el machaqueo del ajo de la cigüeña. Y, como está en su finca, la mataron. ¡Malditos! ¡Ricos tendrían que ser para ser buenos! Una república les bajaría..."
viernes, 27 de julio de 2007
Ezequiel Martínez Estrada
si en la obra que teje
coordina sobre un eje
él y la marioneta.
E. M. Estrada
jueves, 26 de julio de 2007
Hacia el poema
de este barullo en que sin meta vago,
y entregándome todo al nuevo halago
doy con la claridad de una terraza,
.
donde es mi guía quien ahora traza
límpido el orden en que me deshago
del murmullo y su duende, más aciago
que el gran silencio bajo la amenaza.
.
Se me juntan a flor de tanto obseso
mal soñar las palabras decididas
a iluminarme en vívido volumen.
.
El son me da un perfil de carne y hueso.
La forma se me vuelve salvavidas.
Hacia una luz mis penas se consumen.
Jorge Guillén
martes, 24 de julio de 2007
Matsuo Basho: Hai Kais
se retrasa sobre las flores
el claro de luna.
Matsuo Basho
viernes, 20 de julio de 2007
Iswe Letu: Remedo
cuando volaba, como un dardo,
el ebrio grito de la Insumisión
en el Romance del Prisionero.
Iswe Letu: Acercándose al haiku
cargadas de polvo
por los carros de combate.
jueves, 28 de junio de 2007
José Mª Amigo Zamorano: Epílogo de las 'Campanas de Jericó'
--Muchas gracias por su información -- le dijo muy nerviosa, Sara Saldaviel Alfageme, al médico que le había hablado.
Los negros ojos, "dolientes" -- que cautivaran a León Saldaviel Anqaua, hijo de irreverente, y nieto, biznieto y tataranieto de rabinos -- estaban humedecidos por el llanto.
--Señora, no se preocupe: se recuperará; eso si, muy lentamente y con paciencia -- le expresó el doctor interpretando las lágrimas como una muestra de desesperanza.
Sara se aleja por los rincones del olvido en dirección al portón de salida del manicomio. La reclamaba un hombre autoritariamente desde la acera de la calle.
martes, 26 de junio de 2007
Iswe Letu: Mariposa surgida de un haiku
A cada racha de viento
la mariposa se desplaza
sobre el sauce.
Matsuo Basho
Se desplaza mecida por los vientos.
No conoce el miedo.
Sabe posarse en cada hoja
y emprender el vuelo
si el huracán azota.
El sauce es su casa
que adorna con suaves pinceladas.
Así nace su amor por los colores
que no ensaya su mano
diestra ya
antes de Olduway
y de Altamira.
Acada racha de viento
bailando y riendo
responde sobre el sauce.
No huye
permanece hasta el alba
para seguir pintando la vida:
su hogar eterno.
viernes, 22 de junio de 2007
Iswe Letyu: Podría ser un haiku
intentan perforar el grosor de las murallas.
Los narcisistas no se conocen.
martes, 12 de junio de 2007
EN EL FRONTISPICIO DE 'CAMINAR CONOCIENDO' 0-1
EN EL FRONTISPICIO
Agustín García Calvo: 'Cuentos Vivos'
Por Agustín García Calvo (*)
(*)Agustín García Calvo
(Revista “Caminar conociendo”, número 0, sin paginar, año 1992. Siempre con una frase, verso o proverbio a pie de página)
(*) A. García Calvo es filólogo, lingüista, poeta, filósofo, profesor emérito de la Universidad de Madrid... Autor de numerosos libros, entre ellos: “De los números”, “Jenofonte”, “Canciones y soliloquios”, “Lalia”, "Plauto”, “Del ritmo del lenguaje”, “Del tren”... Algunas de sus poesías han sido cantadas por Amancio Prada.
PRESENTACIÓN DE 'CAMINAR CONOCIENDO' 0-1
La iniciativa de la Junta de la Biblioteca Pública Municipal de Las Navas del Marqués, recogida, alentada y promovida por el Alcalde y toda la Corporación, al crear una revista de la Biblioteca Pública de su municipio, no solo me parece loable, sino que es digna de ser imitada por otras localidades abulenses.
Por ello, merece ser apoyada y potenciada por las instituciones políticas desde el ámbito de la promoción cultural, tengan o no tengan competencias educativas estas insituciones.
El fomento de la lectura y la práctica de la misma por nuestros niños y jóvenes les hará ser más libres, desarrollará su propia personalidad y les dotará del mejor del mejor instrumento para la adquisición de conocimientos, preparándoles mejor para que puedan triunfar en la sociedad española del futuro: la España democrática del siglo XXI.
Sin embargo, se abre un reto a la Corporación Municipal de Las Navas y a las demás que sigan por ese camino, que desde la Diputación apoyaremos de forma incondicional, y es que sepan y sepamos dar vida a la revista, dotándola de un contenido dinámico y variado que consiga acercarse al mundo infantil y juvenil, que potencie el conocimiento de aspectos múltiples y que no olvide la dimensión del conocimiento de nuestras raíces, que consiga desarrollar la capacidad de valoración de lo qeu somos como comunidad local, provincial, regional y nacional, conocimiento que es previo al amor por nuestro patrimonio cultural.
Este primer número de la revista estará dedicado a la literatura intantil y juvenil, desde el recuerdo de un libro de los que escribimos en ella, como muy bien lo han definido los responsables de la revista, desde 'El Libro en el Recuerdo'.
(Centro Provincial Coordinador de Bibliotecas)
viernes, 8 de junio de 2007
STAFF DE CAMINAR CONOCIENDO , Nº. 0-1
Caminar Conociendo, Nº. 0-1
Víctor García Hoz: 'Un buen libro, un buen amigo'
Todos tenemos algunos buenos amigos… Antiguos compañeros de colegio, conocidos ocasionalmente en alguna reunión y que después siguieron tratándose, coincidentes en la misma afición o deporte… Son amigos nuestros y, por nuestra parte, somos amigos de ellos. La mistad es cosa de personas. Pero también hablamos de amistad refiriéndola a objetos y seres que nos rodean sin ser hombres como nosotros. Así, decimos de Pedro que es amigo del campo, de Juan que es amigo de los perros o de Lolita que es amiga de colores chillones en los vestidos… Y alguna vez se oye decir que alguien es ‘amigo de los libros’.
¿Qué tiene los libros para que despierten en nosotros ese sentimiento de amistad?
Parémonos a pensar.
Por lo pronto un amigo es alguien en quien confiamos. Estamos seguros de en cualquier momento se halla dispuesto a estar con nosotros y a nuestra disposición para ayudarnos en lo que él pueda.
La compañía del amigo nos agrada; nos sentimos a gusto con él; nos satisface su trato.
La confianza en el amigo y la satisfacción en su trato son cosas en verdad importantes. Pero hay algo con mayor importancia: un buen amigo nos hace buenas personas. Porque también se puede hablar de buenos y malos amigos.
De un libro se puede pensar y decir lo mismo que se piensa y se dice de los amigos: tenemos confianza para tomarle o dejarle, sabiendo que no se va a enfadar; está a nuestra disposición en cualquier momento; lo podemos usar mucho tiempo seguido o en un rato corto; de día o de noche.
Estamos a gusto cuando tranquilamente leemos un libro; nos entretiene, a veces nos divierte y otras veces nos hace pensar; adquirimos conocimiento de la realidad y excita nuestra fantasía.
Igualmente, lo más importante de un libro es que nos ayuda a ser mejores. También se puede hablar de libros buenos y de libros malos, aunque tal vez se ajuste más a la realidad hablar de aspectos positivos o negativos en un mismo libro, como en la vida particular de cada hombre y cada pueblo.
Los libros nos hacen mejores cuando aumentan nuestros conocimientos con la descripción de lugares o cosas desconocidas o con el relato de acontecimientos que no hemos presenciado, cuando nos hacen pensar sobre las personas y las cosas que tenemos a nuestro alrededor, cuando nos impulsan a hacer bien lo que tenemos que hacer, cuando nos descubren la alegría de rechazar nuestro egoísmo y pensar en los demás. Y todas estas ayudas para nuestra mejora personal las realizan los libros sin ponernos mala cara, sin apabullarnos ni reñirnos, pasándolo bien en su compañía, con la sola condición de una lectura atenta.
Vale la pena no olvidarse de que se disfruta verdaderamente con los libros cuanto con más atención se lean. Una lectura distraída pronto aburre. Cuando se coge un buen libro, en él se encuentran multitud de cosas diferentes que atraen la atención.
Por poner un ejemplo, de entre una relación de libros que gustan mucho a gente joven –y a mayores- he tomado uno que lleva por título El poder de las estrellas, escrito por Javier Requero. En él se mezcla la realidad y la ficción. El Emperador de Antares, una estrella donde el desarrollo de la inteligencia es perfecto, hasta el extremo de anular los sentimientos humanos, llega a la tierra y encuentra en ella el amor y la amistad. Ha trasmitido a su hijo Toni sus extraordinarios poderes. Cuando Toni se va haciendo hombre descubre su condición de señor absoluto de una estrella donde la vida es perfecta y sin conflictos. Los habitantes de Antares le piden que abandone la Tierra y vuelva a su estrella para ejercer el poder que le corresponde. ¿Qué hará?
Todo el libro gira en torno a la lucha entre el afán de poder, el deseo de independencia y la ambición de triunfo, por un lado, y la familia, las alegrías y dolores compartidos, y la amistad por otro. Es la vida misma, con sus gozos, sus dolores, sus dificultades, sus aspiraciones.
Un buen libro no es una colección de páginas pesadas y aburridas, que nada tiene que ver con la vida. En él siempre hay un modo de ver la existencia humana, que nos ayuda, poco a poco, a despertar y encuazar nuestra imaginación, a humanizar nuestros gustos y aficiones, a reforzar nuestra inteligencia en la reflexión sosegada. La lectura es un camino, bueno y entretenido, para aprender a vivir.
Víctor García Hoz, pedagogo, autor de numerosos libros de su especialidad. Últimamente ha escrito: ‘Diccionario escolar etimológico’, ‘Fuertes en la Edad Avanzada’, ‘Alegría en la Tercera Edad’ y la ‘Educación del estudiante en la familia’.
TOMADO DE LA REVISTA ‘CAMINAR CONOCIENDO’, NÚMERO 0-1, DEL AÑO DE 1992. SIN PAGINAR. APARECIENDO DEBAJO DE LA PÁGINA UN VERSO, FRASE O PROVERBIO. EN ESTE CASO:
‘LOS QUE ESTÁN MUERTOS NUNCA PARTIERON’
Diop
Ricardo Ugarte: La Envidia
jueves, 7 de junio de 2007
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Manuel Blanco Chivite: Novela Negra para Jóvenes
Manuel Blanco Chivite, Madrid, abril de 1992
Rabearivelo
(*) M. Blanco Chivite, periodista, escritor y editor, condenado a muerte en los últimos juicios del franquismo de 1975, ha escrito novelas, ensayos y libros de viajes; a saber: Notas de prisión, De matar y de morir, Operación Mendi, Ciudad sangrienta, Trío de negras, Comunicados del Lobo; el primer libro biográfico dedicado a Vázquez Montalbán, Diario de Etiopía... Dirige la Editorial VOSA.
Alfredo Barranco Moreno(*): El Principito
martes, 5 de junio de 2007
Isabel Escudero: Saltando el Mapa
Isabel Escudero: El libro de nieve
PARA LOS NIÑOS DE LAS NAVAS QUE ESCRIBEN EN LA NIEVE
martes, 22 de mayo de 2007
Felipe Juaristi: Metrópolis 2
'Nadie se conoce a si mismo,
si no es huyendo de la tierra natal.
Es puro movimiento el ser humano'.
Al despertar alzó la vista.
Todo yacía quieto y tranquilo:
en la casa, humeaba la chimenea,
en el patio, lleno de flores el abedul que plantó.
Se marchó dejando atrás
la casa, el humo, el patio, el abedul.
El eco no podía seguir sus pasos.
Cruzó ríos que en sus ojos
llevaban el recuerddo de la nieve,
montañas blancas, rodeadas de nubes.
Tierras áridas vio, tierras fértiles,
y el mismo sol, vigilante en el cielo.
Casi tocó con sus dedos el horizonte,
hilo de perlas en el cuello del mundo.
Fue joven, y enseguida hombre.
De plata se vistieron sus sienes.
Oyó que le hablaban en sus sueños:
'Todo lo que sube es ley que baje.
Así, lo que va ha de venir.
Es un eterno retorno la vida.
Deja de girar como un trompo.
¡Si quieres encontrarte
busca en tu interior!'.
Al morir le dieron tierra
bajo el árbol que plantó de niño.
Todo yacía quieto y tranquilo:
en la casa humeaba la chimenea.
Entonces se dio cuenta por el fresco del amanecer
que sus huesos siempre habían estado allí,
cubiertos por el polvo de años y más años.
El viento agitaba las ramas altas.
Y le llamó la memoria:
'¿Dime, acaso encontraste algo en tu caminar?
El espíritu es un viajero solitario'.
Tan solo lo que otros espíritus han ido abandonando
El rastro ligero de lo que hemos sido en el pasado.
Felipe Juaristi Galdós es escritor y periodista. Colaborador de diarios como 'El Mundo', 'El Sol', 'Diario Vasco', las revistas 'Leer', 'Urogallo'. Ha trabajado para radio y televisión. En 1987 obtuvo el Premio Nacional de la Crítica por su libro de poemas 'Denbora, nostalgia' y el accésit al premio Lizardi de Poesía. Ha publicado novelas con muy buena crítica. No en vano se apallida Galdós, pariente lejano. Como dicen, la sangre tira.
POEMA APARECIDO EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', NÚMERO 0-1 DEL AÑO DE 1992 SIN PAGINAR QUE LLEVA UN VERSO, PROVERBIO O FRASE EN CADA PÁGINA
Elicia Martín Jiménez: Las Morañegas
Dicen que a medida que van pasando los años y las personas se hacen adultas, los recuerdos, las imágenes, las vivencias de la niñez se hacen más nítidas, más claras, más precisas. No sin razón, cuando estas sensaciones se producen la 'madurez' comienza a asentarse en nuestras vidas, y probablemente por ello recordar situaciones, emociones o algún objeto que preferentemente nos haya ocupado gran tiempo de nuestra niñez sea sumamente fácil, casi diríamos que se produce de forma espontánea.
Soy de un pueblecito morañego; mi niñez no gozó de un bienestar económico, sino de todo lo contrario, eran tiempos difíciles para España y también para mi comarca: La Moraña; una pizarra, pizarrín de manteca, enciclopedia y poco más era todo nuestro material escolar. Pero sí recuerdo con especial cariño alguno de los libros de lectura que insistentemente leíamos y releíamos; unas veces como puro ejercicio de lectura y otras como medio de expresión de sentimientos; máxime cuandos estos hablaban de nuestra tierra y nuestro entorno.
Coincidencias del destino... cuando se me pidió que escribiera algo sobre un libro especialmente recordado de época de niñez, el azar había querido poner en mis manos un ejemplar roto, carcomido por la polilla, con sus hojas amarillentas por el paso de los años, que al encontrarlo, volví a leer con ansia, haciendo presentes cada una de sus palabars, cada estrofa, cada verso... hablaba de mi tierra, de mis gentes, de sus costumbres, de sus pueblos, de sus llanuras, de sus días claros y soleados, de su impresionante cielo estrellado de verano: Las Morañegas, escrito en 1946 por don Constantino Lucas y Martín, es un canto a La Moraña producido en verso, cuya introducción comienza con el siguiente párrafo:
'A todos mis paisanos los hijos de la tierra labradora, que con hidalgo orgullo llamamos La Moraña.'
Con que avidez devorábamos sus hojas buscando en cada renglón el nombre de nuestro pueblo, con qué atención lo leíamos, con qué cariño lo aprendíamos, identificándonos con cada una de sus palabras que materializaban el sonido de la campana al escuchar el Ángelus, el oleaje de las mieses en primavera o el ruido de las esquilas y cencerros en una cija de una casa de labranza.
'De su alta y fuerte torre, Donjimeno
que de fachenda lleno
a la de Madrigal osado reta'
Elicia Martín Jiménez es profesora de EGB. Actualmente ejerce el cargo de Directora Provincial de Enseñanza en Ávila. Licenciada en Filosofía y Letras.
PUEDE LEERSE EL TEXTO EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', NÚMERO 0-1 DEL AÑO 1992, SIN PAGINAR; ESO SI, LLEVA UN VERSO, FRASE O PROVERBIO EN CADA PÁGINA. ESTE ES DE LOPE DE VEGA:
Javier Mina Astiz: El Príncipe Valiente
No recuerdo el año. Ni el el mes. Sólo la cama. Una cama a la medida de la fiebre. Tampoco había más termómetro que la mano que, tierna, recogía de la frente la temperatura y con ese mismo gesto la disimula. No puedo acordarme del nombre de la enfermedad. Ni de cuántos días me retuvo prisionero. Sólo sé que de la oscura Thule vino expresamente a rescatarme un héroe mozo que no tardó, gracias a estas y otras gestas, en ganar las espuelas de caballero de la Tabla Redonda. Porque me rescató, lo suficiente, para que pudiera leer sin cansarme. La verdad es que no había demasiado que leer, pero comparado con otros, los tebeos de El Príncipe Valiente tenían mucha letra que, para mayor rareza, no se encerraba en globos: los personajes hablaban a pie de viñeta. Rareza aún mayor era que las acciones se ventilasen tan rápidamente: en una viñeta se suscitaba un desafío y tres más allá ya había vencedor (generalmente Valiant), o bien en la misma página se preparaba, desarrollaba y tenía fin una gran batalla contra los pictos. La cosa era más llamativa cuanto que un héroe de por aquí El Guerrero del Antifaz, contaba los tebeos por peleas y la espada desenvainada en el número uno de la colección no volvía a la funda ni cien números después. El Príncipe Valiente cobraba además lo suyo, y hubo reyezuelo que le toruró hasta casi la muerte -además, los hematomas y quemaduras se veían-, padecía hambre y sed, y se le veía dormir, comer y trabajar con sus propias manos, ya cazando, ya construyendo chozas o barcos. Pero lo más importante es que por él si pasaban los años, y el mozalbete de los primeros cuadernillos daba paso al hombre aún tierno que jura no volver a enamorarse una vez que los malos asesinan a su primer amor, la dulce Ilena. No obstante se casará con la intrépida Aleta, por la que siente, al principio, una extraña mezcla de amor y odio. Aleta se hallaba muy lejos de la heroina que aguarda el regreso del héroe para convertirse en su reposo, antes bien participaba con él en no pocas aventuras, llegando incluso a salvarle el pellejo -como dicen los tebeos.
Lo que postrado en la cama no acertaba a calificar sino como emocionante, se refería al castigo ejemplar del malo mediante la justa esgrima de la Espada Cantarina; se refería, de igual modo, a la exaltación de la amistad y del amor (pocos personajes de plumilla derramaron tantas lágrimas por el amigo o la esposa), al descubrimiento de países y culturas lejanas, algunas de cuyas costumbres El Príncipe Valiente adoptaba. Supongo, ahora, que tendría más de un defecto, pero, la verdad, viéndole galopar por las sabanas y desalojar de la almohada a las crueles y aguerridas pesadillas, por muy pertrechadas que estuviesen, no me quedó más remedio que hacerme, entonces, su amigo. Quizá también su rival, pues ni la maternidad de Aleta -la hacía muy mayor- pudo suprimir la emoción de un enamoramiento incipiente.
*
Javier Mina es escritor. Colaborador habitual de periódicos y revistas. Tiene numerosas obras publicadas. Es director de la revista 'Literatura' y ha recibido el prestigioso Premio de Novela en Castellano del Gobieno Vasco en 1990.
ESTE RECUERDO DE LO QUE A MINA SE LE HA QUEDADO DE LAS LECTURAS DE NIÑO LO HEMOS LEÍDO EN LA REVISTA 'CAMINAR CONOCIENDO', NÚMERO 0-1 DEL AÑO 1992. SIN PAGINAR Y CON UNA FRASE, VERSO O PROVERBIO REMATANDO PÁGINA.
lunes, 21 de mayo de 2007
José Mª Muñoz Quirós: El otro árbol de Guernica
Ovidio Pérez Martín: Made in Spain
Se celebraba en el castillo un congreso sobre la fusión fría del átomo en su especialidad de ingeniería financiera de proyectos a medio y largo plazo y, en un descanso, la luz, el aire fresco y la hermosa arquitectura renacentista del patio invitaban a conversar de manera distendida. La forma viva de sus gestos indicaba que los americanos hablaban de algún asunto de máximo interés.
De pronnto el inspector C. arrugó imperceptiblemente el entrecejo y, como un espíritu, desapareció en el interior, bajó con prisa inusitada la escalera, le ocultó un pasillo y salió por una puerta, casi disimulada, que daba al patio exterior.
Las testas juntas, los americanos, con buenas maneras y caras angelicales, seguían su conversación. Pero, mirados con alguna atención, la sombra de Mefistófeles se adivinaba tras su tez sonrosada. Sus manos, al gesticular, aparecían con manchas de óxido en la piel.
El inspector C. llegó al zaguan y, por el empedrado, se perdió en la luz de la calle, como una exhalación.
El inspector C. casi corría por la acera. Pero tuvo que desviarse. Dos beatas interceptaban el paso repartiendo estampitas del Santo Escapulario. Al fin encontró una cabina telefónica.
-A sus órdenes.
Rápidamente volvió al castillo. Las acacias de la plaza resplandecían como esmeraldas y el intenso olor de sus flores quebró las respiración del inspector, que estornudó por dos veces.
Entró en la sala del congreso sin apenas ser notado y encontró, con enorme sorpresa suya, los asientos de los yanquis vacíos. Echó una mirada por el recinto y nada. Se habían esfumado. Precipitadamente, pero invisible como un arcangel, desapareció. Una remota esperanza de encontrarlos lució en la mente del inspector y no le dejó ver la elegante línea de gansos que surcaba el cielo, azul como bruñido acero.
Llegó al Bar 'X' y respiró con alivio. Allí estaban y, por cierto, hablaban muy bien el castellano. A través de la leve bruma que reinaba en el bar los pudo distinguir en amigable plática con hombres del pueblo. Su oído, fino y sensible como la lengüeta de un clarín, podía distinguir la conversación entre las voces acumuladas.
Un paisano de Las Navas terminaba así su conversación:
-... y ésta es la leyenda de las almas en pena, que resultaron ser lechuzas en sus nidos del convento.
Al oir esto último al inspector C. se le cayeron als gafas.
-De modo que éstos no son conspiradores -se dijo-, ni tienen sombras mefistofélicas. No son más que unos vividores, sabios por añadidura, que aburridos del congreso y del átomo, tiene tiempo de charlar con la gente y catar los vinos de la tierra.
Recogió las gafas, salió del bar y corrió al teléfono.
-Jefe, me equivoqué. No sé cómo se han esfumado los conspiradores. Estos no0 son los que seguí hasta la EXPO. Me los han cambiado. ¡Cómo lo siento! ¡Y qué terrible que Bush siga amenazado sin que yo pueda hacer nada para salvarle...
Terminó el parlamento jadeante. Se le cayó el auricular y él, anonadado por su irresponsabilidad, se derrumbó en la pequeña cabina del teléfono, como un uniforme militar que se cae de la silla.
Dos gorriones, indiferentes ante el inspector caído, se entretenían en amorosos juegos propios de la primavera.
En ese momento, los teletipos de todo el mundo daban la noticia: 'Bush ha sido asesinado'.
*